
¿Cuáles son los componentes del suelo en el viñedo?
Las propiedades físicas del suelo tienen mucho que ver con su capacidad para producir cultivos. El soporte de las plantas, la penetración de las raíces, el drenaje, la aireación, la retención de humedad y los nutrientes, están relacionados con las condiciones físicas del suelo. Las propiedades físicas también influyen en el comportamiento químico y biológico del mismo y éstas dependen de la cantidad, tamaño, forma, disposición y composición mineral de sus partículas. Asimismo, también dependen del contenido de la materia orgánica y de los espacios porosos.
Entre los principales componentes se destacan:
La textura: se refiere a la formación del suelo en términos de la proporción de partículas pequeñas, medianas y grandes (arcilla, limo y arena, respectivamente).
La textura determinará en gran parte las tasas de entrada de agua (infiltración); el movimiento del agua a través del suelo (conductividad hidráulica); la capacidad de retención del suelo; la facilidad de labrar la tierra; y la cantidad de aireación (que es vital para el crecimiento de las raíces). El agua se infiltra más rápidamente y se mueve más libremente en suelos arenosos o de textura gruesa, pero en cambio, estos retienen menos nutrientes que los suelos de textura fina.
La estructura: abarca la disposición de las partículas del suelo en unidades estables llamadas agregados. La agregación es importante para aumentar la estabilidad contra la erosión, para mantener la porosidad, el movimiento del agua, para mejorar la fertilidad y el aprovechamiento del carbono. Una estructura bien desarrollada permite un movimiento favorable de aire y agua, mientras que una estructura deficiente retarda su movimiento, lo que dificulta el crecimiento de las vides.
La porosidad: es el porcentaje de volumen del suelo total que no está ocupado por partículas sólidas. La textura y la estructura del suelo influyen en la porosidad al determinar el tamaño, el número y la interconexión de los poros. Los suelos de textura gruesa tienen muchos (macro) poros debido a la disposición suelta de las partículas más grandes entre sí. Los suelos de textura fina tienen una disposición más compacta y tienen (micro) poros más pequeños.
La permeabilidad: es otra característica de los suelos y se refiere a la facilidad con la que el aire y el agua se mueven a través del mismo. Un suministro constante y moderado de agua, junto con un crecimiento profundo y extenso de las raíces, son algunos de los beneficios de un buen drenaje o permeabilidad.
La profundidad: un suelo con una profundidad superior a 0,9 m. ofrece un mayor volumen de humedad. Sin embargo, esto no implica que las vides no puedan cultivarse en suelos poco profundos, aunque serán las primeras en sufrir estrés por sequía si no hay disponibilidad de agua suplementaria. Sin mencionar que las vides con sistemas de raíces más superficiales, se ven más afectadas por las variaciones anuales de las precipitaciones.
También es importante destacar que las rocas pueden cambiar la temperatura de un suelo (reteniendo el calor o reflejando el sol) y también afectar el drenaje. Por ejemplo, los suelos volcánicos descompuestos retienen el agua y así benefician la producción de vid en las regiones secas.