
Cómo leer la etiqueta de una botella de vino
A la hora de seleccionar un vino, solemos elegir en base a recomendaciones, opiniones y juicios de terceros. Sin embargo, leer cuidadosamente la etiqueta no solamente puede llevarnos a obtener información muy valiosa del vino que tenemos entre manos, sino además, encontrar uno que supere nuestras expectativas y se convierta en predilecto. ¿Qué datos nos aportan las distintas partes que componen una etiqueta?
Lo primero que podremos observar en la parte frontal es el nombre del vino o en su defecto, la marca comercial. Por lo general, la tipografía es mucho más amplia que el resto de la información y en algunos vinos, esta carta de presentación puede contener a la bodega, así como denominaciones que hacen alusión a la historia y personalidad del mismo. Por lo tanto, los nombres de la etiqueta pueden querer trasmitirnos las sensaciones y características específicas del vino seleccionado.
En segundo lugar, la etiqueta suele contener información sobre la Denominación de Origen cuya sigla es D.O.
Como su nombre lo indica, este dato nos informa sobre el origen. Si no figurara, entonces debería aparecer el consejo que lo regula. Lo anterior no solamente se aplica al vino sino en general a los diversos alimentos y productos agrícolas que consumimos.
Se busca garantizar la calidad y cualidades del producto, y en el caso del vino, es común añadir también la dirección del productor y del embotellador. Para los vinos destinados a la exportación, se debe agregar el país de origen. En algunas oportunidades, esta parte de la etiqueta incluye además información vinculada a las siguientes características: si proviene de un viñedo único, un tipo de suelo en concreto o si pertenece a determinado microclima.
En tercer lugar, las etiquetas informan del contenido de alcohol o volumen. La ley obliga a indicar el porcentaje de alcohol en relación al volumen total del líquido. Este dato puede por lo tanto, darnos alguna pista sobre el cuerpo del vino. Los hay menos alcohólicos (rondan entre 12% y 13%) y más alcohólicos (14% y 15%). Según la zona, se obtendrán diferentes rangos de alcoholes y en caso de querer escoger un vino ligero, el consumidor deberá centrarse en un grado de alcohol que no supere el 13%.
Posterior a estos datos, en cuarto lugar, las etiquetas suelen presentar el año de cosecha o añada. Su utilidad radica en que nos proporciona la calidad del vino. A veces dicha información se acompaña del tiempo de envejecimiento que ha tenido en barrica y en botella. Por lo tanto, según el tiempo total que haya reposado en una y en otra, podremos diferenciar entre vino Joven, Crianza, Reserva y Gran Reserva.
En quinto lugar se halla la presencia de sulfitos: Los sulfitos son los únicos conservantes habilitados para proteger el vino de alteraciones biológicas. Es obligatorio añadir esta información en la etiqueta para conocer si cuenta con sulfurosos y cuáles son las cantidades. Cuando se trata de un vino que se distingue por una menor cantidad de sulfitos, quiere decir que estamos frente a uno de tipo orgánico.
En sexto lugar, podemos encontrar información de utilidad en la contraetiqueta: se ubica en la parte trasera de la botella y aquí tenemos material bastante diverso e interesante, que puede incluir: el método de elaboración, maridajes del vino, su descripción y/o historia, detalles sobre la variedad de la uva, sellos, certificaciones y notas de cata.
También puede contener los ingredientes y otros datos únicos que permitirán al consumidor conocer más sobre la literatura de ese vino que tiene entre manos.